Abrasha Rotenberg nació en Ucrania. A los ocho años empezó la escuela en la Argentina, sin saber español. Lo aprendió en la calle y con los radioteatros, luego llegarían los libros.
A los 93 años publicó su primera novela, La amenaza, basada en su propia historia. “Desde que la escribí sentí un enorme alivio. Era una parte de mi vida que me perturbaba. Necesitaba, de cierta forma, eliminar ese hecho, la amenaza fue una humillación ante otros y ante mí por la vergüenza que sentía por mi identidad”.
También quiso dejar testimonio de una época: “Me interesó mostrar la relación entre ese nido de víboras del 42, su pensamiento antisemita y reaccionario, y lo que pasó en el 76, con la dictadura militar. La continuidad entre esos episodios. Esos personajes siniestros aún están instalados en nuestra sociedad, han aprendido a disfrazarse, pero son los mismos”. Sostiene que él creció en un mundo con ideología, “en cambio, hoy vivimos en una sociedad sin una o hipócritamente expuesta”.
“La realidad tiene encantos inimaginables, es más fascinante que la ficción, pero hay que verla. Por ejemplo, el exilio para muchos es un castigo, para mí fue una bendición, porque sumé experiencias”. Con la dictadura militar tuvo que irse a España, donde vivió 37 años. Escribir sobre el exilio de argentinos en el país europeo es una deuda pendiente, y tenerla lo llena de esperanza.
- ¿Un libro que estés leyendo?
El desapego es una manera de querernos, de Selva Almada.
- ¿Uno que recomiendes?
La montaña mágica, de Thomas Mann.
La amenaza
Abrasha Rotenberg
Dos momentos en la vida de Travin. Uno, cuando es un adolescente, judío e inmigrante, durante unas vacaciones en Río Ceballos en el 42, donde descubre un mundo al que no pertenece y del que no sale indemne. Otro, en el 76, cuando ya es un periodista de prestigio perseguido por la dictadura.
334 págs.
Obloshka