Muchos de los productos que se usan a diario en los hogares están compuestos por elementos que pueden afectar la salud y el ambiente.
Sin saberlo, muchas veces se incorportan a la rutina hogareña elementos que parecen inocuos, pero que pueden afectar la salud. Entre ellos, limpiadores, plaguicidas, desinfectantes y fragancias químicas. Estos contienen compuestos orgánicos volátiles que pueden contribuir a generar una mala calidad del aire interior y estar asociados a una gran cantidad de problemas.
“Debería haber más información y hay productos que no deberían estar en el mercado”, asegura Antonella Risso, coordinadora técnica de Salud Sin Daño. Estas sustancias pueden estar escondidas en muebles, ropa y juguetes. “El ciudadano común necesita etiquetas más claras y usar los productos de acuerdo a esas etiquetas”, afirma Risso.
Muchos químicos pueden ser disruptores endocrinos e interferir en el sistema que regula diferentes funciones del cuerpo. Entre estas sustancias se encuentran los ftalatos, compuestos que se agregan a los plásticos para incrementar su flexibilidad; el bisfenol A (también llamado BPA), usado para hacer más resistentes determinados plásticos y resinas; y los nonilfenoles, presentes en detergentes y algunos plaguicidas. También los pirorretardantes bromados, usados en plásticos y textiles para prevenir la combustión o retrasar la propagación de llamas.
¿Cómo identificarlos? Leyendo las etiquetas y luego, reemplazando los productos nocivos por otros con componentes naturales.
EVITAR Y REEMPLAZAR
Limpieza. En pisos y muebles no se recomienda usar lavandina. Se puede utilizar un trapo humedecido con vinagre diluido en agua o bicarbonato de sodio.
Sábanas. Lo ideal es usar telas naturales que no hayan sido teñidas ni tratadas. Evitar las que tengan tratamiento antibacteriano.
Desodorantes de ambiente. Muchos contienen ftalatos. Mejor, ventilar los ambientes por lo menos dos veces al día. Si los usamos, hacerlo en muy pequeñas cantidades o reemplazarlos por versiones naturales hechas con bicarbonato, maicena y aceite de coco, por ejemplo.
Pintura. Después de pintar un ambiente, mantener ventilado. Se recomiendan las pinturas libres de plomo y bajas en ompuestos orgánicos volátiles (COV).
Pisos y cortinas. Son preferibles las cortinas hechas con telas orgánicas sin tratar. Las persianas de madera no deben tener acabado tóxico. Evitar las alfombras, que pueden alojar ácaros y polvo y producir afecciones respiratorias, y los pisos con policloruro de vinilo (PVC).
Muebles y utensilios de cocina. Evitar ropa, muebles y alfombras con tratamiento antimanchas, utensilios con teflón o antiadherentes y productos de cuidado personal con sulfonato de perfluorooctano (PFOS) o perfluorooctanoico (PFOA).
Plaguicidas químicos. Aun en dosis bajas, pueden afectar la salud. Se recomienda sustituirlos con trampas pegantes, ratoneras, métodos físicos o remedios naturales. Ruda y cedro santo para el control de piojos; semillas de manzanilla, lavanda o cilantro contra las pulgas, pepino en rodajas o una mezcla de yeso en polvo, harina y azúcar contra las cucarachas e infusión de tabaco contra las hormigas.Plásticos. Es preferible usar tazas y platos de vidrio o cerámica. El plástico pueden contener ftalatos y BPA. No usar en microondas ni en lavavajillas, el calor puede liberar productos químicos. Los alimentos tampoco se deben envolver con film plástico ni introducir líquidos calientes en botellas de plástico.