“Noemí” es el nombre del proyecto que busca tender puentes entre el sistema educativo y el mundo del trabajo. Lo coordinan las fundaciones SES, DyA y La Salle, y se lleva adelante en distintos lugares del país, en alianza con organizaciones locales.
Por: Marité Iturriza
Foto: Gentileza Fundación SES
“Al proyecto lo pensamos desde nuestras experiencias previas en materia de inclusión educativa”, explica Marcela Browne, coordinadora del área educativa de Fundación SES. Que los adolescentes y jóvenes en situación de vulnerabilidad completen la escuela secundaria es uno de sus fines. También lo son el desarrollo de habilidades socioemocionales y la realización de prácticas en lugares de trabajo.
“El fortalecimiento de habilidades socioemocionales tiene que ver con el empoderamiento de los jóvenes, con su fortalecimiento interno –necesario para que puedan confiar en sí mismos–, con que tengan una mirada crítica y estén en mejores condiciones para la toma de decisiones”, señala la coordinadora. Para ello, trabajan con los alumnos de cuarto y quinto año, o de sexto, según la escuela; en todos los casos, con chicos que hayan cumplido 16 años. Lo hacen a través de proyectos integrados entre materias y con la modalidad de taller.
“Estamos haciendo como un gran laboratorio que sirva como referencia metodológica para el resto de las escuelas”.
Marcela Browne
“Por otro lado, tenemos que tener en cuenta que el sistema educativo no puede estar disociado del mundo del trabajo, del mundo del trabajo como transición y como diálogo, no porque tengan que trabajar, sino que las transiciones entre esos dos mundos deben estar vinculadas”, afirma Browne.
El contexto en el que trabaja el proyecto es el que atraviesan muchos adolescentes y jóvenes con dificultades para incluirse en el sistema escolar. “A los 16 o 17 años, y aun antes, algunos ya trabajan y lo hacen en actividades peligrosas. A los 18, les resulta difícil relacionarse con el mundo laboral. Más aún si no cuentan con la certificación de la escuela secundaria. Las prácticas educativas en el lugar de trabajo son una de las mejores estrategias de formación de capacidades de adolescentes y jóvenes, y al mismo tiempo los conectan con el mundo del trabajo”, explican sus impulsores. Y agregan: “Esta estrategia, sin embargo, no está suficientemente difundida y enfrenta algunas dificultades para su implementación, especialmente para los adolescentes en situación de vulnerabilidad”.
PRÁCTICAS
Marcela Browne recuerda que en las escuelas técnicas todos los chicos tendrían que hacer prácticas laborales, y que en la secundaria común, si bien no es obligatoria, también están previstas por la Ley de Educación. “Ojalá, en algún momento, todos los estudiantes puedan hacer esta experiencia, que tiene que ver también con que las empresas puedan abrirse y extenderse”, afirma.
Las prácticas que realizan los chicos en el marco del proyecto comprenden, por lo general, cuatro horas a la semana. Respecto a los criterios de selección de los alumnos, explican que, al abrirse una vacante, analizan con el equipo docente de la escuela tanto el perfil del joven como el del trabajo, y a partir de allí se realiza la selección. “La designación no tiene que ver con que sea el mejor alumno, se tienen en cuenta las habilidades de cada uno, los intereses de cada joven en relación con el lugar donde van a hacer la práctica. Lo importante –subraya Browne– es que no se utiliza ni como premio ni como castigo”.
METODOLOGÍA
Este sistema de prácticas, al que denominaron PELT (prácticas educativas en el lugar de trabajo), fue diseñado como una metodología capaz de proyectarse a escala y de ser incluida en políticas públicas. “Lo que estamos haciendo es como un gran laboratorio que sirva como una referencia metodológica para el resto de las escuelas”. Este año, en la provincia de Tucumán comenzaron con un trabajo de formación a equipos directivos de escuelas técnicas. “En cada localidad trabajamos con una organización social y empezamos a articular con el estado local. Por ejemplo, en Catamarca, el equipo venía trabajando con una escuela y también con una murga, con chicos no escolarizados, para que puedan incluirse en la escuela”, señala la referente de SES.
En González Catán (La Matanza, Buenos Aires), el proyecto trabaja en alianza con el Programa Envión, una iniciativa de inclusión socioeducativa que depende del área de Desarrollo Social de la provincia de Buenos Aires. “Estamos formando a los promotores de las 18 sedes del programa en habilidades socioemocionales para que puedan incluirlas en su estrategia de trabajo”, explica.
En la experiencia –que va por su tercer año de ejecución– participaron hasta el momento 244 jóvenes y adolescentes (45 por ciento mujeres y 55 por ciento varones). Sus impulsores se muestran más que satisfechos con los resultados. “Son un gran estímulo. En Mar del Plata, por ejemplo, muchos chicos que debían materias querían rendirlas bien para poder llegar a sexto y hacer las prácticas”, relatan. Para ellos, los mayores logros están en el plano educativo, en la generación de una metodología transferible a otros grupos e instituciones, y en haber podido acercar a los jóvenes la posibilidad de pensarse en un contexto de derechos laborales y de seguridad social.
Cómo comunicarse
Proyecto Noemí: www.proyectonoemi.org