Esa es la fantasía de Juan José Becerra. “Al hacer esta novela, espero no haber sido el de siempre. Deseo que cada libro mío lo escriba un escritor nuevo y, si es posible, seguir así hasta que por fin aparezca el escritor más profundo que haya en mí”, le confiesa a Convivimos.
Su último trabajo es ¡Felicidades! Y tal como en los anteriores, la satisfacción no es completa. “Siento que siempre me faltan cinco centavos para el peso. Ahora que lo digo, veo que la experiencia fallida de la literatura es la de acuñar, hacer una moneda propia cuyo valor se desconoce, aunque siempre con tendencia a la devaluación. En realidad, es el problema universal del lenguaje: no alcanzar lo que se propone”. Sin embargo, a pesar de no quedar conforme con los resultados, sigue escribiendo: “Lo hago porque disfruto de la insatisfacción, o porque me obsesiono por conseguir los cinco centavos que me faltan”.
Con siete novelas y tres ensayos publicados, piensa que el libro es un enemigo de la cultura. “Cualquier cosa termina en uno, en el sentido en que todo bicho que camina va a parar al asador. La literatura está como siempre, en estado de plenitud agonizante. O sea que la veo como un arte que agoniza, pero no muere nunca, y que encuentra en esa agonía el lugar que le corresponde. Borges había dictaminado el fin de la novela con Joyce. Pero después aparecen Becket o Levrero, y se queman los papeles”.
- ¿Un libro que estés leyendo?
Cartas de amor, de Sigmund Freud.
- ¿Uno que recomiendes?
El que tengan a mano.
¡Felicidades!
Una muestra sobre Cortázar es el puntapié para que los personajes de esta novela, cínicos y autodestructivos, muestren la futilidad de la vanidad artística y el lado oscuro del deseo. Un retrato de la decadencia de la civilización moderna.
328 págs.
Seix Barral
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