Federico Jeanmaire escribió Fernández mata a Fernández en 2011 y aún conserva una relación cercana con su obra. “Son pocas las novelas a las que me siento íntimamente ligado después de terminarlas. Este título es una de las excepciones, dice mucho acerca del país”, confiesa. Después de ocho años y de cuatro obras nuevas, las librerías contarán con una reedición. “Los libros no envejecen mientras tengan nuevos lectores”, afirma.
Sabe que narrar el momento histórico en su oficio es ineludible. En cuanto a la literatura, sostiene que su función es interrogar el mundo, “ponerlo en duda, contradecirlo, desde algún lugar que exceda lo cotidiano. El arte como la humana posibilidad de saltarse del absurdo, de poner a la vida en otra instancia”.
Interesado en los problemas de comunicación de nuestra época, en varios de sus libros quitó la figura del narrador, creando monólogos que intentan dialogar con otros. Piensa que el aporte de la literatura a este tema es extraño: “Sentarse a leer el texto es siempre una manera de poner en duda nuestros prejuicios y certezas más arraigadas. Estamos solos, leyendo. Puede funcionar como una suerte de despertador: la única forma de modificar algún prejuicio o alguna certeza únicamente puede suceder en el interior de cada uno de nosotros”.
- ¿Un libro que estés leyendo?
Shunga, de Martín Sancia Kawamichi; y Las invasiones ranqueles según mamá, de Fernando Garriga.
- ¿Uno que recomiendes?
El Quijote, de Miguel de Cervantes; o El extranjero, de Albert Camus.
Fernández mata a Fernández
Un experiodista de policiales siente curiosidad por la noticia de una muerte, intuye que no se trata de un accidente. En el lugar de los hechos, todos los personajes son de apellido Fernández. Una novela entretenida e inteligente.
216 págs.
Tusquets
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