Omnipotentes, vanidosos y arrogantes, los narcisistas pueden también resultar irresistibles para quienes los rodean. Cómo reconocerlos y salir indemnes de su influjo.
Cuando Amanda Rivero se casó, nunca pensó que la relación con Horacio, su ahora exesposo, cambiaría tanto: “De compañero atento, afectuoso y considerado cuando éramos novios, pasó a convertirse en una persona imposible de satisfacer que siempre tenía que ser el centro de atención”. Estas fueron solo algunas de las cosas por las que decidió comenzar terapia; fue allí donde se enteró de que se había casado con una persona con trastorno narcisista.
LAS MANIFESTACIONES
El doctor Juan Cristóbal Tenconi, psiquiatra, psicoanalista y expresidente de APSA (Asociación de Psiquiatras Argentinos), explica que “prácticamente todo el mundo tiene algo de narcisismo, algo de energía puesto en uno mismo”.
En el caso de quienes padecen este trastorno, la característica pasa porque se sienten superiores a los demás, precisan ubicarse en el centro de la escena y tener adulones que refuercen sus sentimientos de grandiosidad. Negar la realidad cuando esta no realza su supuesta superioridad es otra de las características del narcisista patológico, como así también creer que siempre tiene la razón, ponerse a la defensiva cuando se lo objeta y culpar a los otros de sus yerros.
El especialista puntualiza: “En cuanto a su identidad, la persona narcisista piensa que es Dios; tiene una gran autoestima, una autoevaluación exagerada; cree siempre que todo debe ser perfecto, que todo lo relacionado con ella o es perfecto o no es nada. Esto hace que tenga muy poca empatía”.
Sin embargo, como estas señales no son siempre evidentes, resulta difícil comprender de entrada que estamos ante gente con este trastorno, porque además suele ser muy seductora: “Un narcisista puede hacer que los otros queden seducidos frente a él, pero le cuesta tomar en consideración lo que les pasa a los demás, porque al estar tan pendiente de sí no puede establecer un vínculo profundo; los otros no tienen un lugar muy importante, siempre son cosas más bien superficiales y de admiración hacia él; cuando desaparece esa admiración, en general desaparece el vínculo”, señala Tenconi.
“El narcisismo es una patología más de déficit que de grandiosidad”.
Juan C. Tenconi
El trastorno de una personalidad narcisista empieza “desde el vamos”, dice el psicólogo, y “tiene que ver con que de alguna manera el niño o la niña sienten que algo les falta, por cuanto deben poner energía en su imagen porque les faltó algo que les deberían haber dado”. Y agrega que “hay gente que, en cuanto a su identidad, piensa que es Dios, y a veces le sucede exactamente al revés, por lo que se da esto de la moneda que tiene dos caras: pasa de creerse Maradona a considerar que es un nene de tres años que juega muy mal al fútbol”.
Este sería el motivo por el que la persona se ubica en una posición de omnipotencia, para no tener que exponer su inseguridad y vulnerabilidad. Y en ese sentido, el profesional es contundente: “El narcisismo es una patología más de déficit que de grandiosidad”.
RELACIONES COMPLICADAS
A la hora de buscar pareja, Tenconi afirma que el narcisista se inclina “por personas que puedan llegar a idealizarlo; su necesidad de ser admirado es lo que hace que reclute gente que lo admire”.
Al relacionarse con alguien, su estrategia suele transitar tres etapas:
1. El ensalzamiento, en donde demuestra una excesiva atención hacia la otra parte con llamadas, encuentros románticos, presencia incondicional y más, con la finalidad de originar en el otro una suerte de veneración.
2. La devaluación, en la que comienza a rebajar al otro, haciéndole sentir que es su culpa que él sea superior, para, de esta manera, manipularlo y ejercer su control.
3. El descarte, cuando ya perdió el interés y podría aparecer una tercera persona para hacerla competir por su afecto.
El doctor Tenconi sostiene que, “en general, son personas que tienen como mecanismo de defensa la idealización y la degradación del otro, que pasa a ser Dios por alguna razón y después la nada; esto es parte de su forma de relacionarse con los demás”.
La convivencia con un narcisista resulta entonces muy complicada, tanto para él como para quienes lo rodean, se trate de familia, amigos o compañeros de trabajo, por cuanto no es inusual que finalmente sufra el abandono y la soledad.
TRATAMIENTO
El narcisismo se puede revertir “hasta un cierto punto”, aclara el doctor Tenconi. “Es muy raro que quienes presentan este cuadro consulten por un problema que sienten que tienen; lo habitual es que lo hagan porque los otros les dicen que deben consultar o porque se sienten deprimidos de que los demás no se den cuenta de lo grandiosos que ellos son”, explica. En esos casos, el principio del tratamiento se basa esencialmente en el psicoanálisis: “Las psicodrogas no sirven, a menos que esté deprimido”, aclara el facultativo.
Asimismo, relativiza que con los años exista la posibilidad de que los síntomas se vayan agudizando. “Lo que sí es seguro es que si poseía muchos rasgos narcisistas, con la senectud se le acrecienten, pero si entre los 20 y los 50 años tiene una experiencia de vida correctora o se analiza, quizás termina siendo menos narcisista”.
CÓMO ACTUAR
Ante una persona con estas características, lo más saludable es tomar distancia debido a que nada de lo que se haga alcanzará para complacerla. Sin embargo, esto no es siempre posible; depende del vínculo o la jerarquía que se mantengan con ella: por ejemplo, no es lo mismo tener un jefe que un empleado narcisistas.
“En principio hay que intentar estar en el mismo nivel, no ponerse por debajo ni tampoco por arriba”, recomienda el doctor Tenconi.
Frente a un superior con este trastorno, aconseja “intentar permanecer dentro de ciertos límites y, si es necesario, adularlo para obtener lo que se desea”.