Es el más común y el que posee mayores posibilidades de curación. La relevancia de la Semana de Atención Gratuita organizada por LALCEC División Córdoba, para detectar manchas o lunares sospechosos.
Por Alba Palavecino
Foto: Gentileza LALCEC
Llega el verano, la temperatura sube y la acción del sol se hace sentir. Vestimos ropas más ligeras y quedamos así más expuestos a los rayos ultravioletas, responsables de la mayor parte de los casos de cáncer de piel.
La doctora Sabrina Pérez Herrera, especialista en dermatología y directora de la Sección Dermatología de la Liga Argentina de Lucha Contra el Cáncer (LALCEC), señala que ese es “el tipo de cáncer más común en el ser humano; se origina en las células de la piel y un alto porcentaje de casos se podrían evitar tomando medidas de protección contra la radiación solar”.
Hay distintos tipos: el melanoma maligno, que tiene una alta mortalidad si no se lo toma a tiempo y se puede presentar en cualquier parte de la piel; y el cáncer cutáneo no melanoma, donde el más frecuente es el carcinoma basocelular, que no suele poner en riesgo la vida del paciente y se sitúa habitualmente en zonas expuestas al sol, como rostro, cuello, orejas y cuero cabelludo en los calvos.
Los más proclives a padecerlo son aquellos con antecedentes familiares de cáncer o de quemaduras solares, y las personas de piel clara o con muchos lunares.
El índice de curación es alto cuando es detectado tempranamente. De no ser así, puede invadir tejidos y órganos cercanos, siendo necesaria la realización de técnicas quirúrgicas para eliminar y reconstruir la zona afectada.
SÍNTOMAS
Es necesario conocer nuestra piel y la de nuestros hijos para estar atentos a los cambios de color, forma o tamaño de los lunares, y consultar al dermatólogo ante:
• La aparición de uno nuevo de forma irregular, que creció, cambió de color y sangra, duele o pica.
• Lesiones ásperas y rojizas en la zona expuesta al sol, que no se curan.
CÓMO PREVENIRLO
Para reducir las probabilidades, debemos:
• Cuidarnos del sol todo el año, no solo durante el verano.
• Evitar la exposición directa entre las 10 y las 16 horas.
• Utilizar un protector solar de amplio espectro que sea resistente al agua y con factor de protección solar mayor a 30 FPS (aplicarlo 30 minutos antes de la exposición y renovarlo cada tres horas).
• Recurrir a sombreros y anteojos de sol para protegernos los ojos y la piel sensible ubicada alrededor de ellos.
• No exponer a menores de un año al sol.
• Evitar el uso de camas solares (emiten radiaciones que producen daños en la piel a largo plazo).
• Realizar controles periódicos de la piel con un médico especialista y un autoexamen mensual.