Podrían ser mellizos, como los personajes de su nueva obra Feliz día, porque hace más de veinte años que nacieron juntos como los Sutottos. Sin embargo, Andrés Caminos y Gadiel Sztryk aseguran que, en las diferencias, se potencian. Así, esta dupla creativa acaba de cosechar otro éxito y, a meses del estreno, su noveno espectáculo, sucesor de Inestables y Perdón, acumula elogios de la crítica y carcajadas del público.
Con esta nueva pieza se siguen riendo de cuestiones existenciales, pero dejaron los miedos y la culpa para centrarse en la imposición social de ser felices cueste lo que cueste. “Como que hay que estar siempre riéndose, y eso no es posible. Lo que sí está bueno es poder reírnos en el teatro de ese mandato”, le dice Andrés a Convivimos. Además, asegura que en cada función el público hace una especie de catarsis al sentirse identificado con los dos personajes que se esfuerzan constantemente por alcanzar la felicidad.
- ¿Por qué recurrir a la temática existencial para hacer humor?
Son temas que nos interesa abordar, nos dan ganas de poder reflexionar acerca de esas temáticas que son las problemáticas que están adentro del ser humano, los miedos y las exigencias que tenemos, nos parece que está bueno poder hablar de eso. También poder hacer una comedia con estos temas –es decir, poder reírnos de las propias desgracias, en cierto sentido– es aliviador, y todo se vuelve menos serio, menos solemne cuando por lo menos por un rato nos podemos reír de eso. Entonces le sacamos un poco de peso también.
- ¿Se identifican con la etiqueta “humor psicológico”?
Es interesante y no está mal la definición. Puede ser, sí son comedias existenciales.
- Desde que se juntaron hacen humor, ¿nunca lo dudaron?
En realidad, hay un equilibrio entre lo que uno quiere, lo que puede y lo que sale. Sí es cierto que, en general, cuando empezamos a escribir un espectáculo nuevo, escribimos mucho sobre cosas que vemos a nuestro alrededor que nos hacen pensar en cómo somos y que el humor llega, pero llega un poco después. Lo primero que nos interesa es hablar de algo que nos está atravesando, pero sí, sin dudas el humor es parte de Sutottos y de la forma que el grupo tiene de ver el mundo. Se trata de poder reírnos un poco de las cosas e invitar a la gente también a reírse de esas problemáticas. En general nuestras obras trabajan eso, reírnos sobre lo patéticos que somos los seres humanos en muchos aspectos.
- ¿Qué ven cuando repasan el camino recorrido?
Al mirar para atrás vemos mucho trabajo y que hace mucho venimos laburando un montón para mejorar, para poder hacer espectáculos cada vez mejores, por lo menos para nuestro criterio. Estamos orgullosos de haber generado un lenguaje propio y poder contar las cosas que queremos contar a través de ese lenguaje.
- ¿Qué se mantiene intacto de esos adolescentes que se conocieron en el taller de teatro?
No perdimos las ganas de seguir pensando nuevas cosas ni tampoco de siempre ir mejorando, afinando todo para que salga con precisión. También nos divierte mucho que las cosas estén bien ensayadas y sean precisas.
- Después de más de dos décadas, ¿ya son como gemelos?
¡No! En realidad, tenemos muchas diferencias, y eso está bueno porque nos complementamos. Por supuesto que en muchas cosas coincidimos, pero también somos muy distintos. Eso es una ventaja a la hora de crear y de escribir los espectáculos, nos hace tener diversas miradas.
- ¿Cuál es el secreto para seguir juntos?
Por ahora seguimos con muchas ganas de hacer cosas nuevas y llevar adelante Feliz día, que por suerte está saliendo muy bien. Igual, siempre estamos intentando mejorar, perfeccionando las cosas, ensayamos mucho, le damos mucho valor a cada momento, a cada texto del espectáculo. Ya empezamos a escribir algo nuevo, principalmente porque nos dan ganas de poder seguir creando.
- ¿Están del lado optimista de la vida, ven el vaso medio lleno?
Estamos del lado de los que se preguntan las cosas e intentan pensar, no dar las cosas por hecho. Hay muchas frases hechas o discursos que uno repite sin darse cuenta, a nosotros nos gusta detenernos para ver qué estamos diciendo. Eso también está en la obra, hacernos cargo de las cosas que decimos o pensamos, en definitiva, hacernos cargo de cómo somos, porque cómo somos individualmente, en la sumatoria, construye el cómo somos como sociedad.
CAFÉ CON FUNCIONES
“Con tanta digitalidad, es importante encontrarse en una sala de teatro con cuerpos reales, riéndose, moviéndose, mirándose entre ellos. Una horita sin el celular es algo bueno”, afirma Andrés, quien prefiere el café solo o con leche y dos medialunas. Por su parte, Gadiel lo toma apenas cortado.Hasta octubre, presentan Feliz día todos los sábados, a las 18 horas, en el Teatro Picadero. Luego, llevan la obra de gira por España.
