La sociedad de consumo afecta nuestras vidas y, por tanto, la manera en que criamos a hijos e hijas. La psicóloga Maritchu Seitún sostiene que el mayor desafío al que se enfrentan los padres de esta era es el de criar entre pantallas, digitados por este sistema que nos convence de cosas que los chicos no necesitan y rodeados de movimientos teóricos de crianza que no siempre se interpretan del modo correcto.
Con más de siete publicaciones para adultos sobre infancias, la especialista en orientación de padres acaba de publicar Criar con empatía en la adolescencia, el primero de sus libros dedicado a esta etapa tan compleja. “Veo mucha confusión en los padres, porque es muy difícil procesar tanta información, filtrar la versión que te hacen creer los algoritmos y saber qué es lo que hace bien a nuestros hijos de verdad. Eso me llevó a escribir el libro, tenía ganas de transmitir mi experiencia”, cuenta quien lleva más de treinta años trabajando con las familias.
- ¿Por qué criar con empatía en la adolescencia?
Criar con empatía es clave. Cuando puedo ver qué le pasa al otro sin tomármelo personalmente, sin ofenderme, simplemente tratando de entenderlo, me va mucho mejor en la vida. Si esto pasa con todos los seres humanos, con los adolescentes es indispensable, si podemos ser empáticos nos va a ir mucho mejor.
- ¿Más que de “crianza respetuosa” deberíamos hablar de “crianza empática”?
No, porque la crianza respetuosa es una crianza empática, para poder ser respetuoso del otro hay que saber lo que le pasa. A veces la crianza respetuosa se entiende mal, se cree que respetar es hacer lo que el chico quiere, decirle que sí a todo, y eso a menudo es abandonar, no respetar.
- Pasamos del autoritarismo al permisivismo, ¿es mejor?
La crianza permisiva tiene dos finales. Uno, que los chicos no tienen rumbo, porque no hay borde. El otro, mucho más complicado, es que esos papás permisivos les dan tantas oportunidades que terminan cansándose y, al final, se enojan más que los autoritarios. Con lo cual no es mucho negocio. El permisivismo es otro extremo que tampoco es beneficioso. Lo autoritario tiene de bueno la firmeza, pero tiene de malo que no comprende. Lo permisivo tiene de bueno la comprensión, pero de malo que, al comprender, no puede decir que no. Creo que hoy vamos llegando a un término medio lógico, una muy buena síntesis de esos dos modelos de crianza, que es: comprendo como el permisivo, pero puedo delimitar como el autoritario.

- ¿Los límites son fundamentales en cualquier etapa?
Sí. Pensemos en el capullo de una mariposa: si lo rompemos, la mariposa nunca va a volar, porque necesita hacer fuerza contra el capullo, y cuando esas alas tienen fuerza suficiente para romperlo, la mariposa está lista para vivir en el mundo real. El límite es eso. Los chicos toda la vida crecieron contra papá y mamá, pero los papás no abrían las puertas para apurar los procesos. Entonces cuando los apuramos, no tienen los conocimientos ni la fortaleza interna para hacerlo. Además, el buen límite da fuerza, porque define hasta acá sí, hasta acá no. Y marca rumbo, porque como me ponen los bordes, no tengo más remedio que ir para ese lado.
- ¿El rumbo serían los valores?
Sí, los valores morales humanos, que nos convierten en buenas personas, que antes venían implícitos y hoy lamentablemente no, hay que enseñarlos.
- Con este panorama, ¿qué tipo de adultos vamos a tener?
Ya estamos viendo en muchos adultos jóvenes que no se quieren comprometer, que tienen perro en lugar de hijos, que se van a recorrer el mundo, que no empiezan su vida adulta como adultos, que siguen queriendo ser adolescentes eternos, porque no tienen fortaleza interna. También pasa, y es tremendo, que con todo esto del permisivismo, de escucharlos y de no frustrarlos, que no esperen y que no se esfuercen, suponíamos que íbamos a tener chicos felices, y tenemos chicos ansiosos, deprimidos, sin proyecto, que les cuesta hablar de lo que les pasa, encerrados en sus cuartos.
“Tenemos que usar las pantallas como herramientas de trabajo y de diversión, no como droga para calmar ansiedades”.
- ¿Cuáles son los desafíos de criar en esta era?
En la infancia hay que tener un montón de cuidado para estar plenamente presentes con nuestros hijos y no permanentemente con las pantallas en la mano, en el medio. Y de no usar las pantallas como niñera de lujo, que haga que los chicos finalmente no terminen construyendo buenos esquemas, porque el control de sí mismo y todos los aprendizajes se dan en el vínculo con otro. Si ese otro está ocupado mirando su pantalla, no me puede ayudar a regularme y hay muchos niños pequeños con dificultades de regulación. En la adolescencia eso se multiplica, porque ya vienen hablando poco, metidos en sus pantallas y muy influenciados por el mundo externo. Hoy, es clave que lleguen a la adolescencia con una formación humana hecha por papá y mamá. Lo complicado es que es una formación que quizás los adultos no recibieron de sus papás, sino de la sociedad, la escuela, la parroquia, el barrio, o sea, antes educábamos en comunidad y había poca influencia del mundo externo. En la actualidad, si no educamos y formamos a nuestros hijos, cuando llega la adolescencia, los formó otro, no nosotros. Un otro que ni siquiera sabemos quién es o, en realidad, es la sociedad de consumo.
- La serie Adolescente ¿ayudó a los padres a reflexionar?
Por un ratito sí. Sin embargo, tenemos una gran capacidad de negación, entonces voy a vender unos cuantos libros, porque la gente está asustada, pero enseguida volvemos a lo mismo de siempre. Es importante que los papás tomen conciencia de que la información que tienen no es la perfecta, hay que filtrar. Luego, que hoy los chicos no tienen una formación desde la comunidad, todo viene desde las pantallas. O sea que el gran enemigo de esta era para las crianzas son las pantallas, también el gran amigo, porque usadas bien son maravillosas. Tenemos que usarlas como herramientas de trabajo y de diversión, no como droga para calmar ansiedades. Criar con empatía también quiere decir me ocupo de lo que te pasa: si estás triste, te acompaño; si estás enojado, veamos qué te pasa. Si no, el nene se porta mal en el restaurante, le doy mi teléfono y no molesta más. Pero así no me ocupé de que se aburrió, de que le da rabia que tarde la comida. La crianza es como un bordado, no se hace así no más, no es soplar y hacer botellas.
- ¿La responsabilidad es de los padres?
La responsabilidad y la oportunidad. La oportunidad de estar cerca, y desde ahí te enseño lo que sé, no con discursos, sino viviendo. La sociedad de consumo está decidida a cambiar nuestra cosmovisión para hacernos consumir más, no están buscando el bien de los niños ni de los adolescentes. Si nos dejamos seducir por esas piedritas de colores, se va a complicar la situación. Antes no se te ocurría pedir algo delirante, porque te daba miedo desilusionar a tus padres, perder su amor. En cambio, hoy los chicos sí se animan a desear, entonces tenemos que ser fuertes para poder decir que no.
- ¿Qué no les puede faltar a niños y adolescentes para crecer?
Lo primero es un vínculo seguro con un adulto que les sirva de brújula o de faro, que los oriente, de donde salir al mundo y a donde volver. Lo segundo, tiempo libre para jugar y desplegarse, porque jugando nos curamos, aprendemos y estamos procesando un montón de cosas que nos pasan. Si nos quedamos sin esa oportunidad, nos vamos a intoxicar, que es lo que está pasando.
PARA GRANDES Y CHICOS
Entre sus libros publicados, se pueden distinguir entre los destinados a adultos y los pensados para niños. En el primer grupo, cuenta con siete títulos, entre ellos el reciente Criar con empatía en la adolescencia y Criar hijos confiados, motivados y seguros. Además, editó trece cuentos infantiles, como Eliseo y las flores; Coco, Mini y la tecnología; ¡Un bebé en casa!; y Tute tiene diabetes.
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