back to top

DIEGO PERETTI: “SOY CORAJUDO, ME GUSTAN LOS DESAFÍOS”

Diego Peretti es un actor sin grietas. El público lo quiere y su imagen es de las que genera confianza si aparece en el afiche de una película, en los créditos de una serie o en la marquesina del teatro. En sus más de treinta años de trayectoria, el “Tarta” de Poliladron se ganó el corazón de los argentinos. Por eso, cuando se unió a Comunidad Orsai –encabezada por Hernán Casciari– con la idea de desarrollar su primera película como director y guionista a través del método de financiamiento colectivo, el proyecto logró más de diez mil socios productores. El resultado es La muerte de un comediante, que se estrena el próximo 20 de noviembre en el cine. 

“Estoy con ganas de que se vea este film, que es muy personal, pero también con una cantidad de valores cinematográficos que van a ser muy apreciados”, dice mientras se prepara un almuerzo de palta, frutos secos y huevo. Luego de la charla con Convivimos, se abocará al film Consumidor final, de Hernán Gottfried, y a la noche tendrá función de El jefe del jefe, la obra de teatro que comparte con su compañero de Los simuladores Federico D’Elía.  

  • ¿Te gustó estar del otro lado de la escena?

Sí, me sentí bien porque es un proyecto bien mío. No es uno que me llegó escrito o al que me tuve que adaptar. No me resultó tan difícil porque conocía absolutamente los hilos del personaje y de la historia que quería contar. Entonces, ese control casi absoluto sobre la historia, con un acompañamiento muy férreo y de mucha coincidencia con el codirector Javier Beltramino, hizo que no sufriera, a pesar de que fue un trabajo titánico. Además, conseguimos un equipo de trabajo extraordinario, por lo que pude desarrollarme bien como director. Sabiendo también que, después de treinta años de estar en un set, algo sabía.

  • ¿Te ves dirigiendo otra película? 

La verdad no me veo dirigiendo una película que no surja como La muerte de un comediante, pero el futuro dirá. No tengo deseos extremos de seguir dirigiendo, sí de seguir actuando. 

  • ¿Imaginás algún día la muerte de tu actor? 

Es una pregunta difícil, porque los tiempos emocionales y logísticos de cualquier persona cambian. Pero no, siento que la actuación es mi oficio, mi arte, lo hago con ganas, me interesa, así que supongo que lo seguiré haciendo. No proyecto retirarme, no lo tengo en mi cabeza. 

  • ¿Qué te gusta de actuar? 

La actuación es una disciplina artística muy compleja, muy personal, que requiere mucha concentración, imaginación, flexibilidad para encontrarme con otras personas y contar una historia junto a ellas. Me gusta formar parte de la narración de una historia que considero poética o trascendente en cuanto a su argumento. Pero sobre todo me interesa meterme en una vida diferente de quien soy. Un personaje cobra vida a medida que empezás a imaginarlo, a decir sus textos, a caminar de una manera determinada, toda esa investigación para su construcción me gusta mucho. En general, el armado de un personaje es como el alimento de un actor. Cuando un personaje se termina, te sentís un poco vacío con tu propia personalidad. El actor necesita llenar ese vacío con otro papel. En La muerte de un comediante tenemos a un personaje que no sabe bien quién es y que, ante su final cercano, busca cumplir su propio deseo, eso hace que tenga alimento ese espíritu. Y eso, en general, es lo que pasa con los actores.

  • En el guion se habla de curiosidad y coraje, ¿vos sos así?  

Corajudo sí, me gustan los desafíos y los personajes que me sacan de mi eje. No le tengo miedo a lo que vayan a decir o a las críticas, me atengo más al presente, si me gusta o quiero abordarlo, ya sea un personaje extremo o parecido a mí. Me atraen mucho aquellos que tienen una personalidad o los cuentos con ribetes más surrealistas, extraños o menos normales. Y si el guion tiene una buena estructura, me mando, no tengo problema de arriesgarme al producto que va a terminar siendo. 

Foto: Vera Rosemberg.

 

  • Sos un actor que no produce divisiones, ¿lo sentís así? ¿Qué te genera?

Mucha alegría. Siento que hay bastante gente que me sigue, que conoce mi filmografía, que me quiere, que la decepcioné poco. Trato de que los trabajos sean serios, que no haya subestimación. Es como el deporte, dejar todo, no me gusta la desidia, cuando la detecto me pongo muy nervioso. Me gusta dar todo y que el equipo tenga hambre de amateur. Y eso, la gente lo capta de alguna manera.

  • ¿Ya hiciste el personaje que ha quedado marcado en la gente?

El actor siempre está esperando el personaje. No hay un personaje que yo diga es este. En todas las películas y obras de teatro que hice siempre quedaron cosas pendientes y siempre miro al futuro a ver si existe un personaje que me calce mejor. El que hice en La muerte de un comediante me representa mucho en lo personal y en lo poético. Pero hay otros en los que me sentí también muy bien dirigido. El mejor personaje es el que está por venir, no es el que ya se hizo.

  • ¿Te gustaría ser el comediante de la Argentina? 

No, ¿por qué singular? Uno de los comediantes. Me gusta ser un comediante valorado. A veces son como dos disciplinas diferentes, el comediante y el actor. En realidad, me gustaría ser un actor muy valorado, como lo vengo siendo y me vengo sintiendo así, no tengo más aspiración. Obviamente, me gustaría tener proyectos cada vez mejores.

«No tengo deseos extremos de seguir dirigiendo, sí de seguir actuando».

  • ¿Genera presión saber que son más de diez mil productores? 

Sí, una presión linda, de responsabilidad. En todas las películas uno se tiene que hacer cargo, pero en este caso es una muy personal, con una cantidad de gente que apoyó el proyecto, entonces deseo que se sienta digna del apoyo y, de algún modo, agradecerle con el trabajo realizado.  

  • ¿Qué pensás de esta forma de producir cine? 

En la actualidad se le debe prestar un poco de atención, porque es una forma alternativa que puede rendir frutos y hacer que el cine siga estando vivo. No sé si es el futuro, a mí me gustaría que haya una industria más consolidada. La solidez o la endeblez coyuntural de la industria del cine es algo con lo que convivo desde antes de que pensara en ser actor. Así como hay un montón de temas en el país que son problemas crónicos, sobre todo económicos. Así que el cine va a seguir subsistiendo como pueda, y en esa subsistencia, esta manera de producir es un camino muy válido. 

  • Hablaste de tiempos emocionales, ¿en qué etapa estás?

Hace tiempo que, salvo vaivenes personales como los que tiene todo el mundo con su vida y los problemas, en general, laboralmente me siento muy contento, muy conforme. Siento que tuve y tengo la posibilidad de realizar buenos proyectos. Hace un tiempo largo que estoy en un momento favorable y conforme. 

  • El film empieza y termina con la frase “La vida es bella”, ¿lo es? 

La vida es bellísima. Ocurre que muchas veces no lo podemos ver, pero la concreción de un deseo, individual o colectivo, junto con el contexto de naturaleza hermoso que tiene este planeta, y cuando se resaltan los valores humanos más elevados, hacen que la vida sea absolutamente hermosa. Ahora, hay que estar focalizado y en eje para poder visualizarlo o sentirlo. La pelea cotidiana y la coyuntura diaria hacen que esta visión se encuentre muchas veces borrosa o que no se la pueda detectar. En la película, con alguien que está a punto de pasar a otro plano, el vislumbrar eso me parece que es como un mensaje dentro de una botella, es como un llamado a valorizar muchas cosas, lo que está frente a nuestros ojos y vivir el presente de una manera diferente. Esto requiere un cambio de paradigma individual y colectivo, que no sé si en algún momento se generalizará. En lo que a mí respecta lo siento, sí.

 

PING-PONG  

Juguemos con los títulos de algunos de tus últimos trabajos:

El reino; ¿creés en Dios?: No, creo en un poder superior que no tiene ninguna ideología ni camiseta.

La noche mágica, ¿qué tiene?: Amor y naturaleza.

En terapia, ¿qué debemos tratar los argentinos?: Su adolescencia. 

Inmaduros; ¿del lado de la madurez o de la inmadurez?: Inmadurez.

El jefe del jefe; ¿jefe o empleado?: Anarquía.

 

NOTAS DESTACADAS:

AGOSTINA CHIESA: UNA LUCHA MUNDIAL

Forma parte de una generación de jugadoras que reclamó durante años a los dirigentes de todas las confederaciones hasta que consiguieron que el primer mundial femenino de futsal fuera una realidad. Tenaz y apasionada, es una de las líderes de la selección argentina.

FELIPE EVANGELISTA: EL MUNDO CABE EN UN BARRIO

Escritor, poeta, empresario, emprendedor gastronómico, dirigente de fútbol. Toto Evangelista fue y es muchas cosas, pero todas se resumen en lo que en definitiva le dio sentido al resto: vecino de Caballito.