MARCIAL GALA:
“Nadie escribe con principio, desarrollo y final”

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El escritor cubano no le escapa a esta afirmación sobre el relato contemporáneo y en su última novela, Llámenme Casandra, lleva el método al extremo. “Tiene mucho del ‘eterno retorno’ nietzscheano y de lo que el gran poeta cubano Lezama Lima llamó ‘la fijeza’. Los personajes están fijos en el tiempo sucesivo como figuras en el lienzo, de manera que es una historia donde no hay pasado, presente y futuro”, explica.
Su intención era generar empatía en el lector, “un encuentro con la música de las palabras y que entre a una realidad que no es tan distante, ni tan extraña, porque por desgracia la intolerancia y el totalitarismo tienen la capacidad de mutar sin desaparecer”.
Vivía en Cienfuegos cuando, a los 12 años, leyó la Ilíada y quedó sorprendido por “ese género de vida heroica; esa capacidad de imponerse al fatalismo tiene de cierta manera mucho que ver con la épica contemporánea”. Asegura que tanto este clásico universal como la Biblia son los libros con más influencia en la cultura occidental.
Desde Buenos Aires, donde eligió radicarse, sostiene que la literatura cubana está pasando por un momento interesante: “Tal vez por primera vez hay una confluencia entre los escritores de adentro de la isla y los llamados de la diáspora, es un momento interesante que puede avanzar o quedarse en la nada”.

  • ¿Un libro que estés leyendo?

Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar.

  • ¿Uno que recomiendes?

Como estamos en la Argentina, uno debe leer sin falta a Jorge Luis Borges.

Llámenme Casandra
Rauli es un niño que se siente Casandra y, al ver el futuro, sabe que combatirá en Angola y que morirá allí. Con una narrativa atrapante, muestra la homofobia, el racismo y la represión ideológica de la Cuba de la década del 70.
272 págs.
Clarín-Alfaguara
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